lunes, 22 de diciembre de 2014

Epístola navideña para Tucho

Estoy escuchando "From here to eternity", disco de un tal Giorgio Moroder, querido Tucho, que, extrañamente para mi -un misterio que dilucidé a medias- ocupaba un lugar en esa ecléctica discoteca donde sobresalían "Taki Ongoy", de Víctor Heredia y "Cantata sudamericana", de la negra Sosa.
Te confieso que cada tanto escucho a este tano que me tenía embelesado de niño por lo extraño de su música para mi a esa edad, y me remite -no sin un dejo de nostalgia, te cuento- a las fiestas navideñas que ya se acercan.
Recuerdo que religiosamente, se abría el combinado Ken Brown y estos ritmos robóticos que invito a que vuelvas a escuchar donde quiera que estés, amenizaban las tardes de nochebuena, bien fuerte, volumen al mango, sonido stéreo. Ahí creo yo que residía tu gusto por este peninsular nacido casi en el límite con Austria, que supo alcanzar la fama como hacedor de música para películas: a vos te deslumbraba la explosión de sonidos que escupía el Ken Brown, tan magistralmente elaborados por la maquinaria musical de Moroder. Y entonces te sentabas en los sillones del living y te dejabas llevar por esta sinfonía tecnológica que atravesaba todo tu cuerpo, mientras -seguro- tu mente viajaba quien sabe por donde, si por Cafayate o la Andalucía más profunda.
Estamos en diciembre, como decía antes se acercan las fiestas y Rácing, tu Racing, salió campeón otra vez en este mes (que ironía del destino que nunca lo vimos salir campeón juntos!!). Será por eso que todo me remite a vos, querido Tucho: ayer miraba a los hinchas festejar por la tele, con esa pasión tan única que tienen los hinchas de Racing, y automáticamente, hice un link (te cuento, casi en secreto, que Mateo estalló en llanto, asustado, cuando grité con alma y vida el cabezazo ganador de Centurión).
Pasión es el denominador común, esa que enhebra a todos los hinchas de Racing (aunque a vos el fútbol te importara un pomo, el haber sido socio e ir a la pileta de la sede de Villa del Parque de pendejo, fue una marca imborrable que cimentó tu identidad). Una pasión que se anuda inexorablemente al sufrimiento, así entendemos la pasión nosotros. Y vos fuiste un tipo apasionado, ya sea escuchando tu música en el Ken Brown, manejando por toda cuesta de montaña que se interpusiera en tu apetito viajero; haciendo un asado para los tuyos, discutiendo de política con quien se animara.